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De mis lecturas

OCCIDENTE EXPLOTA AL RESTO DEL MUNDO

Hasta los años 80, los trabajadores de Estados Unidos, Francia y otros países desarrollados consumían, en su mayor parte, de lo que producían. Pero la deslocalización de las fábricas occidentales cambió totalmente la situación: el proletariado trabajador de los años 50 se convirtió en los años 2000 en una especie de plebe consumidora de la economía globalizada.

Los trabajadores de USA, al perder su valor como productores, se han visto privados de utilidad social y abocados al alcoholismo, a la adicción a los opiáceos y, en su desesperación, al suicidio. En Europa, el estado social fortalecido por la URSS y el temor de las elites europeas a la expansión del comunismo, ha suavizado las consecuencias. Allá muchos de ellos deciden votar a Trump en lugar de quitarse la vida, mientras que en Europa occidental las clases populares también se ha inclinado por el voto «populista, xenófobo, de extrema derecha».

¿Por qué las poblaciones que han sobrevivido al desmantelamiento de sus industrias son ahora de derechas? Mientras que en el pasado los partidos de izquierda, socialdemócratas o comunistas, se apoyaban en las clases trabajadoras explotadas, ahora los partidos populistas se apoyan en la plebe consumidora (que no productora) cuyo nivel de vida es consecuencia, en gran medida, del trabajo mal pagado de los proletarios de indochina, el Magreb y otros lugares. Los votantes obreros de la extrema derecha son, según la teoría marxista más elemental, extractores de plusvalía a escala mundial  y son, por tanto y con total naturalidad, de derechas.

La globalización ha cumplido su promesa de transformar al productor en consumidor y al ciudadano productivo en un plebeyo parasitario, con pocas ganas de volver a la disciplina de la fábrica.

En Estados Unidos, el país explotador en jefe gracias al dólar, tanto los votantes de Trump como los de Biden viven de la plusvalía de la globalización.

Puede que por eso, la percepción que los ciudadanos de Occidente tienen del mundo es tan diferente a la que tienen los ciudadanos del Resto del Mundo: en los paises donde hombres y mujeres trabajan por salarios por hora irrisorios la gente apoya a Rusia.

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