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De mis lecturas

LOS NORTEAMERICANOS NO ELIGEN CARRERAS STEM

Si en 2000 los nacidos en el extranjero representaban el 16,5% de todos los trabajadores STEM de USA, en 2019, la proporción había aumentado al 23,1%:  de éstos el 28,9% (722.500) eran indios, 273.000 chinos, 100.000 vietnamitas y 119.000 mexicanos.

Algunas cifras más: el 39% de los software developers son extranjeros y en California, los extranjeros representan el 39% de los STEM workers.

Sabemos que en un ejército moderno la mayoría de sus oficiales, especialmente en la aviación y la marina, son de hecho ingenieros. Que Estados Unidos sea incapaz de formar a un gran número de ellos arroja dudas sobre el potencial real de su ejército en caso de conflicto de gran envergadura.   

Por eso la actual fuga de cerebros hacia las facultades de Medicina, Derecho y Empresariales supone una amenaza al corazón mismo del poderío militar estadounidense. Una guerra no se gana enviando al adversario órdenes de pago o congelando sus cuentas.

Rusia, incluida Bielorrusia, sólo representa el 3,3% del PIB occidental. ¿Cómo consiguió este 3,3% resistir y producir más armas que todo Occidente en la guerra de Ucrania? ¿Cómo se ha podido desarrollar una producción masiva de drones militares desde el comienzo de la guerra?

En Estados Unidos abundan las actividades económicas inútiles e irreales, mientras que el PIB de Rusia se centra en la producción de bienes tangibles.  

Lo que distingue a la economía rusa de la estadounidense es una proporción mucho mayor de estudiantes de ingeniería: en 2020, el 23,4%, frente al 7,2% de Estados Unidos. Japón tiene un 18,5% de estudiantes de ingeniería y Alemania, cuyo rendimiento industrial nos fascina, tiene un 24,2%. Francia está en el 14,1%.

¿Qué representa, en términos cuantitativos brutos, este 23,4% de rusos frente al 7,2% de estadounidenses? En Estados Unidos, el 7,2% forma 1,35 millones de ingenieros al año, Rusia, 2 millones. A pesar de la desproporción de ambas poblaciones, Rusia consigue formar claramente más ingenieros que Estados Unidos.Con estas cifras ya podemos entender cómo el David ruso ha podido hacer frente al Goliat estadounidense en los planos industrial y tecnológico y, por tanto, militar.

LA VOLATIZACION DE LA INDUSTRIA ESTADOUNIDENSE

Estados Unidos no ha sido capaz de producir las armas que Ucrania necesitaba. ¿Cómo es posible que la primera potencia mundial haya llegado a una situación tan absurda?

Los sectores fuertes de la economía estadounidense –GAFA y gas, Silicon Valley y Texas– son los relacionados con software (bienes abstractos), o con una materia prima. Así, la economía estadounidense no se focaliza en la fabricación de objetos, en la industria. Se trata de una deficiencia que la guerra ha puesto de relieve: poco a poco va quedando claro que USA no puede producir cosas físicas en cantidad suficiente, incluido todo tipo de misiles.

La globalización, orquestada por el propio Estados Unidos, ha socavado su hegemonía industrial. En 1928, su producción industrial representaba el 44,8% de la producción mundial; en 2019, había caído al 16,8%. Al mismo tiempo, la producción de Reino Unido cayó del 9,3% al 1,8%, la de Japón subió del 2,4% al 7,8%, la de Alemania bajó del 11,6% al 5,3%, la de Francia se desplomó del 7% al 1,9% y la de Italia cayó del 3,2% al 2,1%. La cuota de China aumentó hasta el 28,7% en 2020. 

Para hacernos una mejor idea del poder económico real fijémonos en la producción de maquinaria. En 2018, China fabricó el 24,8% de la maquinaria global, el mundo germano el 21,1%, Japón el 15,6%, Italia el 7,8%, Estados Unidos solo el 6,6%, Corea del Sur el 5,6%, Taiwán el 5,0%, India el 1,4%, Brasil el 1,1%, Francia el 0,9% y Reino Unido el 0,8%. Es difícil encontrar las estadísticas rusas: esta invisibilidad nos hace temer lo peor.

El declive estadounidense en la producción de bienes tangibles tiene su reflejo en la agricultura. En producción de trigo, mientras que en Rusia pasó de 37 millones de toneladas en 2012 a 80 millones en 2022, en Estados Unidos ha caído de 65 millones de toneladas en 1980 a 47 millones en 2022. 

El mejor indicador de la potencia económica de un país sigue siendo su producción industrial y en eso Occidente y USA están haciendo aguas.

La NSA Agencia de Seguridad Nacional, el poder de USA sobre las élites mundiales

Aunque hace años el dinero se escondía de forma pasiva en Suiza, hoy en día el dinero se dirige a la gran fiesta especulativa en que se han convertido los paraísos fiscales con la globalización.

Con la llegada de internet todo, absolutamente todo lo que hacemos en la red, queda registrado, y así todas nuestras acciones, pasadas y presentes, financieras pero también personales, son objeto de vigilancia.

Con internet, los ricos que depositan su dinero en los paraísos fiscales se encuentran bajo la mirada y el control de las autoridades estadounidenses: de ello se encarga la National Security Agency (NSA), agencia especializada en el registro de las comunicaciones.

Cuando se piensa en el poder de control de Estados Unidos, la primera idea que viene a la cabeza es la de un policía mundial. Pero esta mirada superficial pasa por alto lo esencial: la vigilancia que ejerce la NSA sobre las oligarquías del mundo, en particular de las no estadounidenses.

No Place to Hide, de Glenn Greenwald, hizo pública la información suministrada por Edward Snowden, el informático que trabajó primero en la CIA y luego en la NSA: en 2013, Snowden reveló el programa de espionaje a gran escala desarrollado por el Gobierno estadounidense, y luego se refugió en Rusia.

Lo más  llamativo es que el foco de la NSA no son los enemigos de Estados Unidos, sino sus aliados: europeos, japoneses, coreanos y latinoamericanos. La revelación de que el teléfono móvil de Angela Merkel era objeto de escuchas empezó a alertar a la opinión pública. La información de Greenwald implica que el Imperio estadounidense se basa, en gran parte, en lañ vigilancia de los individuos. La «Intelligence Community» gringa que agrupa a dieciocho agencias de inteligencia, cuenta con unos 300.000 empleados.

Puede que los ciudadanos de Europa no sepan dónde está el dinero de sus dirigentes, pero la NSA sí lo sabe, y esos dirigentes saben que la NSA lo sabe.

Es difícil decir, en qué medida los datos recopilados por la NSA permiten mantener a raya a las élites occidentales. Tampoco se puede saber hasta qué punto esta institución puede acceder realmente a las cuentas privadas, ni cuáles son sus capacidades de almacenamiento. Pero basta con que las élites europeas crean en su poder y se sientan vigiladas para que esto ayude a que se muestren totalmente sumisas en sus relaciones con el amo estadounidense.

Es este miedo el que puede explicar el servilismo europeo hacia Estados Unidos? Está claro que no es este el único factor de la sumisión al 100% al amo americano, pero si contribuye a la atmósfera de total obediencia de las elites occidentales.

USA DEPENDE DE LOS BIENES QUE PRODUCE EL RESTO DEL MUNDO

Una de las características fundamentales de Estados Unidos es el enorme desequilibrio en su balanza comercial: un consumo mucho mayor que la producción indica un decadente poder real. Estados Unidos vive de unas importaciones brutales que no cubre con exportaciones, sino con emisiones de dólares: financia su déficit comercial emitiendo bonos del Tesoro. Pero sólo puede hacerlo porque el dólar es la moneda de reserva mundial: se utiliza para las transacciones internacionales y también, en gran medida para que los más ricos atesoren su dinero en paraísos fiscales. Podemos estimar que un tercio de los dólares en circulación se atesoran en paraísos fiscales.

Del mismo modo que para valorar la riqueza real de un pais es necesario despojar el PIB de su valoración ficticia, si queremos hacer una estimación correcta del déficit exterior de Estados Unidos, debemos considerar únicamente los bienes y dejar a un lado los servicios.

En bruto, el déficit ha aumentado un 173% entre 2000 y 2022. Deflactado por el índice de precios, ha aumentado un 60%. Este incremento del déficit comercial persiste a pesar de la reorientación proteccionista oficial iniciada con Obama, reforzada por Trump y retomada por Biden, muestra de la irrevocable decadencia estadounidense.

Si queremos evaluar en profundidad el potencial de una economía, tenemos que fijarnos en los productores, las personas que fabrican las cosas: una economía es ante todo un conjunto de personas que se han formado en una serie de competencias. Para llegar a ser incapaz de producir los proyectiles necesarios para Ucrania, Estados Unidos primero tuvo que acabar con las personas que los fabricaban. La industria de defensa estadounidense, que en la década de 1980 empleaba a 3,2 millones de trabajadores, ahora sólo emplea a 1,1 millones. Una reducción de dos tercios.

Esta reducción de la mano de obra nos ofrece un indicador concreto del declive no sólo material sino humano que ha golpeado a la industria estadounidense.

Con más del doble de población que Rusia, forma probablemente un 33% menos de ingenieros que esta última. USA necesita reclutar a los mejores estudiantes de ciencia y tecnología para construir una industria capaz de hacer crecer su potencial industrial pero sólo el 7,2% de los alumnos estadounidenses siguen estudios STEM. Hay una fuga social interna de cerebros hacia derecho, finanzas, empresariales y escuelas de negocios, sectores todos ellos en los que los ingresos pueden ser superiores a los de la ingeniería o la investigación científica.

Derecho, finanzas o empresariales, lejos de mejorar las capacidades productivas o incluso intelectuales de los individuos en cuestión, les otorgaban, en virtud de su posición social, una mayor capacidad de depredación de la riqueza producida por el país. Así, los abogados, banqueros y tantos trabajadirws de elite, con exhorbitantes ingresos, son esa jauría de parásitos y depredadores, que hunden las posibilidades de su país.

La perversión máxima la ha producido el desarrollo de la educación: la multiplicación diplomados universitarios genera una multiplicación de parásitos. El gran número de profesionales con salarios que triplican los salarios europeos por tareas equivalentes, hacen que el PIB estadounidense  esté inflado artificialmente. 

Resumiendo: una renta per capita USA inflada que no refleja el nivel de vida real, y a la vez una incapacidad para producir bienes reales: el mejor caldo de cultivo para la decadencia.

El PRODUCTO INTERIOR REAL DE USA

El PIB estadounidense está constituido en su inmensa mayoría por servicios cuya eficacia o incluso utilidad no siempre está clara: médicos (que a veces matan, con los opiáceos), abogados súper pagados, financieros depredadores, personal de prisiones, agentes de los servicios de inteligencia o economistas y otros profesionales

Voy a proponer un ejercicio que puede interesar al lector: desinflar el PIB mediante estimaciones y llegar a su valor realista en un país como Estados Unidos con salarios anuales de escándalo. 

Veamos algunos ejemplos de sobrevaloracion de la actividad economica en USA: un médico estadounidense gana de media entre 3 y 4 veces más que un médico francés; los medicamentos valen entre 3 y 5 veces más en USA. Este sistema sanitario tan sobrevalorado resulta en una esperanza de vida y unas tasas de mortalidad infantil de las peores en el mundo desarrollado. 

En el sector financiero los salarios son de escándalo  y el otros sectores profesionales también son exagerados en relación a Europa.

Es difícil valorar en qué medida el PIB USA está inflado, hasta qué punto no es real.

De los 76.000 dólares per cápita de PIB en USA el 20% es producción de bienes reales y físicos: industria, construcción, transporte, minería y agricultura. Eso deja 60.800 para la producción de servicios (incluida la sanidad) muchos de ellos claramente sobrevalorados.

Si a esa profuccion de servicios  le aplicamos un coeficiente de reducción de 0,5, que no parece excesivo teniendo en cuenta las cifras anteriores, se convierten en 24.320 dólares. Si añadimos los 15.200 de la producción física a los 24.320 dólares de unos servicios superpagados, obtenemos un producto real per cápita de 39.520 dólares.Esta cifra de PIB per cápita es ligeramente inferior al PIB per cápita de Europa occidental (para que conste, el de Alemania era de 48.000 dólares y el de Francia de 41.000 dólares). Curiosamente el orden de la riqueza per cápita coincide con el de los resultados en materia de mortalidad infantil, con Alemania a la cabeza y Estados Unidos en último lugar.

EL NARCISISMO OCCIDENTAL

Las reacciones de los Estados a la invasión de Ucrania es una de las mejores representaciones del narcisismo occidental.

El llamado Occidente (ellos se llaman "la comunidad internacional"), aliados o protectorados militares de Estados Unidos, condenó sin reticencias a Rusia, y apoyó las sanciones pero sólo representa el 12% de la población mundial.

La mayor parte de países o condenaron formalmente y sin represalias a Rusia o simplemente no realizaron condena alguna. En este grupo están Brasil, India, China y Sudáfrica, los cuatro países que, junto con Rusia, constituyen los BRICS. Pero también están la mayor parte de países africanos  asiáticos, árabes o sudamericanos.

Y sin embargo, en Europa y Estados Unidos vivimos un gran momento de superioridad moral. Aunque europeos y estadounidenses practicaran vergonzosamente la esclavitud a gran escala desde el siglo XVIII hasta mediados del XIX o arrojaran en sendas ciudades japonesas las 2 únicas bombas nucleares de la historia, resulta casi surrealista ver cómo asistimos al resurgir de un sentimiento de superioridad moral de Occidente. La actitud de Occidente ha combinado ceguera y estupidez, y una desconexión de la realidad que haría necesario llamar urgentemente a un geopsiquiatra. Al contrario el «Resto del Mundo» empezó por desear la victoria rusa y, al ver que Rusia había capeado bien el primer envite, se ha ido poniendo poco a poco de su lado. Este antagonismo económico que enfrenta al «Resto» con Occidente se deriva de una globalización que ha resultado ser una recolonización del mundo por parte de Occidente, esta vez bajo el liderazgo estadounidense y no británico. Además, la explotación de los pueblos menos avanzados (la extracción de plusvalía, como dirían los marxistas) aunque más discreta ha sido mucho más eficaz que la primera.

La Unión Soviética que contribuyó poderosamente a la primera descolonización; multitud de países esperan ahora que Rusia haga la misma contribución a la segunda.

OCCIDENTE EXPLOTA AL RESTO DEL MUNDO

Hasta los años 80, los trabajadores de Estados Unidos, Francia y otros países desarrollados consumían, en su mayor parte, de lo que producían. Pero la deslocalización de las fábricas occidentales cambió totalmente la situación: el proletariado trabajador de los años 50 se convirtió en los años 2000 en una especie de plebe consumidora de la economía globalizada.

Los trabajadores de USA, al perder su valor como productores, se han visto privados de utilidad social y abocados al alcoholismo, a la adicción a los opiáceos y, en su desesperación, al suicidio. En Europa, el estado social fortalecido por la URSS y el temor de las elites europeas a la expansión del comunismo, ha suavizado las consecuencias. Allá muchos de ellos deciden votar a Trump en lugar de quitarse la vida, mientras que en Europa occidental las clases populares también se ha inclinado por el voto «populista, xenófobo, de extrema derecha».

¿Por qué las poblaciones que han sobrevivido al desmantelamiento de sus industrias son ahora de derechas? Mientras que en el pasado los partidos de izquierda, socialdemócratas o comunistas, se apoyaban en las clases trabajadoras explotadas, ahora los partidos populistas se apoyan en la plebe consumidora (que no productora) cuyo nivel de vida es consecuencia, en gran medida, del trabajo mal pagado de los proletarios de indochina, el Magreb y otros lugares. Los votantes obreros de la extrema derecha son, según la teoría marxista más elemental, extractores de plusvalía a escala mundial  y son, por tanto y con total naturalidad, de derechas.

La globalización ha cumplido su promesa de transformar al productor en consumidor y al ciudadano productivo en un plebeyo parasitario, con pocas ganas de volver a la disciplina de la fábrica.

En Estados Unidos, el país explotador en jefe gracias al dólar, tanto los votantes de Trump como los de Biden viven de la plusvalía de la globalización.

Puede que por eso, la percepción que los ciudadanos de Occidente tienen del mundo es tan diferente a la que tienen los ciudadanos del Resto del Mundo: en los paises donde hombres y mujeres trabajan por salarios por hora irrisorios la gente apoya a Rusia.

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